Ir al contenido principal
Si pudiéramos descifrar en palabras las propiedades, belleza y misticismo de las piedras naturales o gemas, seguramente podríamos hacerlo con un sin fin de definiciones y hasta con símbolos físico-químicos. Sin embargo, simultáneamente al observar un Buda, su infinita quietud, su inusual belleza, su aire místico y su enigmática deidad podemos definir, sin lugar a dudas que ambas esencias son tan afines porque nos producen el mismo efecto místico espiritual.
Contemplar un Buda nos recuerda lo divino en nosotros, ese infinito espacio de conexión con nuestra alma, la que trasciende todo, la que es inalterable. El estado de quietud, armonía y sosiego de un Buda también esta en nosotros, muchas veces constituye un espacio inhabitado, inexplorado. La enigmática tranquilidad del Buda nos recuerda nuestro propio Buda encubierto que todos llevamos dentro...
Comentarios
Publicar un comentario